El Partido Humanista nació como un proyecto político impugnador del sistema y de quienes se aprovechan de sus condiciones, impugnador de las trampas de la supuesta democracia, impugnador de lo hegemónico y de lo homogéneo, impugnador en definitiva, del poder. Así como tal, ya no es el único, otros partidos y expresiones políticas se han levantado en estos años, para quienes hemos sido referencia en distintos niveles. Otras fuerzas han tomado la bandera anti neoliberal, al menos en discurso, con indesmentible triunfo posterior a la elección más importante de nuestra democracia, hasta ahora. Considerando que estas fuerzas no son solo partidos.
Aun así, el tiempo para los partidos es malo. El tiempo histórico es de los independientes, de un pueblo que se cansó de depositar sus esperanzas, su realidad y su futuro en orgánicas viciadas, que responden a lógicas de cuotas de representación. En vez de la lógica de la participación y la vocería del territorio. La ciudadanía intentó por un lado y por otro, cosechando solamente fracasos de la política en la resolución de los problemas sociales. Sucedió todo lo contrario, quienes se suponía iban a cambiar el panorama resultaron enriqueciéndose y ganando estatus social para sus familias, seres sombríos, rapiñas que buscaban con afán inhumano pertenecer al jetset, al countryclub de golf y a los matrimonios de las familias importantes. Mientras el pueblo se empobrecía, se precarizaba cada aspecto de la vida. Todos esos partidos están camino a abandonar el barco por orden del pueblo en las urnas, unos más cerca del abismo y otros en mejores puestos, pero lo cierto es que la marca “partido” no va, ni el nombre, ni sus lógicas.
Debemos reconocer como humanistas que a pesar de ser un partido contra hegemónico, que nos caracterizamos por no haber sido salpicados por ningún acto de corrupción, de no recibir jamás financiamiento de los grupos económicos del país, quienes jamás caímos en el juego de cambiar puestos en ningún gobierno por coherencia, no comprar jamás el juego del mal menor, y lo más importante para mi, no haber sido rechazados ni expulsados de nuestras asambleas ni cabildos territoriales después del 18 de Octubre. A pesar de todo lo anterior, la profunda crisis de las estructuras nos golpeó fuerte y firme en nuestro seno, crisis internas mal resueltas que nos llevaron por el camino de las malas decisiones, estados alterados internos que no nos dieron la lucidez necesaria para leer el panorama político, y así se traduce, ningún humanista se encuentra dentro de la convención. Pero siendo sinceros, ¿quién esperaba los resultados que se dieron?, estaba muy difícil la bola de cristal electoral. Aun así, por primera vez podemos decir con orgullo que tenemos dos alcaldías humanistas, electos gracias a un trabajo territorial de arraigo que se levanta desde hace varios años. Además de una camada inédita de concejales a lo largo del país, literalmente, desde Arica hasta Puerto Natales.
El haber quedado fuera de la CC me ha hecho reflexionar profundamente, ¿Por qué si tenemos tan profundo anhelo y sincera dedicación al trabajo social de base no pudimos encarnar el despertar de nuestro pueblo?, ¿Por qué no se ve en el humanismo una salida alternativa, que posibilite nuevas formas de hacer política?, si hemos sido nosotros quienes abogamos por el aborto y los derechos sexuales desde nuestra fundación, si desde siempre hablamos de la Participación por sobre la Representación, si fuimos desde antaño impulsores de la profunda revisión de los niveles de corrupción en el estado, si planteamos desde un inicio la refundación de las FFAA y la drástica diminución de su presupuesto para dedicarlo a salud y educación, si la nacionalización de los recursos naturales y la protección del medio ambiente eran pilares fundamentales en nuestros programas desde 1990. A pesar de toda esta coherencia, no pudimos dar el paso tan largo como lo dio nuestro pueblo, a través de las urnas, entregando la mayoría de los escaños a independientes sin partido. ¿Qué lugar debe ocupar el humanismo y su expresión política en este momento?
Para responder esta última pregunta, que me parece la más importante de todas y que permite una salida, es necesario cambiar el foco, volver a lo primario que permite al humanismo ser una corriente que se diferencia de otros intentos, nuestra mirada del tiempo histórico. ¿Desde qué tiempo histórico realizamos nuestra acción política? Nuestra posición intenta buscar lo mejor del pasado, comprendiendo a cabalidad sus procesos, pero aceptando sus consecuencias, para poder actuar en el presente con claridad y convicción, así lanzarnos hacia el futuro como una brillante saeta que arremete con alegría sobre las ruinas de un sistema que indudablemente dejamos atrás. Hoy y no mañana, comienza en este territorio un nuevo momento histórico, un cambio de fase que bien podemos concatenar con los cambios que se suceden en el mundo de manera simultánea.
Un nuevo mundo se abre paso, de una mano viene tomado de nuevas tecnologías, que traen nuevas formas de participar, opinar y decidir. De la otra mano trae una nueva generación humana, una que no se mide en años, se puede desentrañar cuando vemos nuevas formas, nuevos tratos, una nueva sensibilidad que nace. Esto se expresa en movimientos mundiales por el planeta, sus habitantes humanos y no humanos, por profundos cambios a los modos de alimentación, profundos cambios de la fuerza laboral, profundos cambios en la conformación de las familias y sus comunidades. Finalmente, un profundo cambio en la conciencia humana a nivel mundial. Que no carece de un oscuro antagonista, con resabios fascistas y populistas, la personificación del anti-humanismo.
Desde este lugar es que los y las humanistas realizamos nuestra acción política, desde un nuevo mundo que nace. Nuestra acción en el medio es para la aceleración de los procesos políticos, sociales y culturales para que esta nueva realidad deje de ser excepción y privilegio de los más acomodados, si no que sea una realidad establecida, asegurada por los estados nacionales que hoy rigen nuestra realidad. Hoy en Chile, ¿hay algún partido o fuerza política que se lance hacia el mundo que nace? Sí, el mundo independiente, la Lista del Pueblo y la de los Movimientos Sociales, sin duda es con esas fuerzas que debemos estar, poniendo a disposición de ellos esta herramienta política, con no tan buenos resultados históricos, pero hasta ahora, validada y coherente.
Pero nuestros pasos no pueden ser más largos que nuestras piernas. Ya hablamos sobre nuestros intensos procesos internos que han dificultado nuestro andar. Nuestra misión será la de regenerar nuestras piernas para poder estar a la altura de los pasos que da nuestro pueblo. En términos administrativos, actualmente esto se traduce que como partido podemos ofrecer acceso a las papeletas sin pasar por el trámite, no sencillo, de reunir firmas para cada candidatura y poder dar financiamiento a candidaturas independientes nacidas desde los territorios. Y en términos políticos, brindar posicionamiento ideológico desde el humanismo, un posicionamiento que nos ha permitido la coherencia ya mencionada por tantos años, algo que lamentablemente es poco valorado en la lógica triunfalista del sistema, la de los winner y quien fracasa se convierte en apestoso.
Somos los y las humanistas, que entendemos este momento como el inicio de nuestro auspicioso futuro, quienes llevamos el fracaso en el corazón, porque entendemos que ni la vida ni la política se trata solo de ganar, sino, se trata de que independiente del bando en que nos hayan puesto los acontecimientos, no somos nosotros quienes elegimos estar del lado de los ganadores o los vencidos, pero sí somos quienes optamos por la unidad y la coherencia. Por la revolución, la única revolución posible, la única revolución que acompaña este momento histórico sin perder su brillo, la doble revolución.
En términos sencillos, nuestras políticas deben apuntar a la instalación de la democracia directa, responsabilidad política es lo que queremos, logrando la posibilidad de revocación de cargos de elección popular, mediante proceso administrativo o renuncia voluntaria; la mayor participación y vinculación de las decisiones territoriales con la posición y votación de sus elegidos; la disminución drástica de los sueldos de los representantes y del gasto militar, para inversión en derechos fundamentales como son salud, educación y vivienda; consolidación de los derechos laborales, instalando la lógica de riesgo compartido en el mundo privado entre dueños del capital y los y las trabajadoras, recuperando la asociación por ramas de producción; la protección del medio ambiente, aumentando las sanciones y castigos para quienes cometan delitos medioambientales; impulsando modificaciones profundas al sistema judicial y de orden y seguridad, instalando la elección democráticas de jueces y comisarios policiales; cambiando la lógica del punitivismo carcelario.
Finalmente, empujando con ciega fe y profunda convicción la liberación de todos y todas las personas que permanecen encarceladas tras la revuelta social que nos trajo a este momento. Ante la injusticia, doble reparación y verdad. Ante el desamparo estatal, protagonismo comunitario, territorial y emancipado. Ante las fuerzas antihumanistas que rigen el mundo, nuestro camino es el humanismo. Ante la violencia, no violencia. Y ante el abuso, autodefensa.